Reseña: Donde habitan los ángeles - Claudia Celis

Portada del libro Donde habitan los ángeles de Claudia Celis

Sinopsis

Panchito entra a la casa, ahora sin sus dueños, lleva años viviendo ahí, pero ahora su hogar le resulta enorme. Tiene miedo. Todos aquellos a quienes amó lo han abandonado. Se siente indefenso y atolondrado como aquella vez, hace ya 18 años, que llegó de vacaciones sin siquiera sospechar el giro que tomaría su vida.


Una obra publicada en 1997 y escrita por Claudia Celis, quien ha dedicado la mayor parte de su vida a la docencia a nivel preescolar y preparatoria, sabiendo disfrutar de los pequeños detalles de la cotidianidad en la vida. A través de “Donde habitan los ángeles”, el más conocido de sus libros, ella busca explicar situaciones que puedan transformar, en el interior, la realidad de muchos Panchitos que ha conocido a lo largo de los años.


Recuerdo haber tenido un primer contacto con este libro en el primer grado de secundaria pareciéndome, ahora en retrospectiva, una lectura más adecuada para alguien que aún no tenía un buen hábito de lector en lugar del famoso “Fahrenheit 451” que, aunque es una gran historia, podría no haber sido lo más adecuado para chicos cuyo último interés era la lectura. La maestra Celis nos presenta situaciones que resultan mucho más familiares para cualquiera, no solo los jóvenes, con una lectura que resulta ligera, llena de enseñanzas, pero no por eso menos emotiva. Sin duda, es una clara recomendación.

Claudia Celis, autora de Donde habitan los ángeles
Claudia Celis, autora de Donde habitan los ángeles

Resumen y opinión extendida

“Las vacaciones”

Nuestro protagonista es un niño de más o menos seis años que pasará las vacaciones en casa de sus familiares junto a varios de sus primos y, casi inmediatamente, se nos presentan dichos parientes que, en mi opinión, son los personajes más memorables; la tía Chabela y el tío Tacho.

A medida que transcurren las vacaciones podemos conocer el carácter de los tíos que guardan un gran amor por todos y cada uno de sus sobrinos, pero en especial por Panchito, pues, a diferencia de sus primos, él no ha recibido una sola llamada de su madre en todo este tiempo. Es debido a este aparente desinterés, que rápidamente podemos caer en cuenta que algo no va bien.

Al terminar las vacaciones, todos regresan a sus casas, excepto Panchito. Su madre parece estar “muy ocupada”, tanto como para dejar a su hijo viviendo por tiempo indefinido con los tíos. Antes de esto conocemos la razón, y es que su padre ha fallecido no hace mucho, por lo que su madre, probablemente sin saber cómo lidiar con el dolor de su pérdida, deja a su hijo con sus familiares.

Es desde este momento que podemos apreciar uno de los temas principales que Claudia Celis nos quiere presentar: la pérdida o abandono. El niño extraña a su madre durante todas las vacaciones y pese a que pasar tiempo con sus tíos y primos lo llena de felicidad, frecuentemente reciente este abandono; lo mismo pasa con su padre. De él no se dan demasiados detalles más allá de que falleció y es algo que tiene en común con sus tíos, cosa que no solo los une, sino que también los complementa.

—A veces no se nota muy bien cuando lo quieren a uno, ¿verdad, tío?
—A veces no, Panchito —admitió—, pero usted nunca dude que yo lo quiero como si fuera su padre.

“Mi nueva casa: San Miguel”

Panchito se muda oficialmente, le preparan un cuarto y lo inscriben a una nueva escuela. Siendo aún un niño, no deja de extrañar a su madre, pero ambos tíos hacen todo lo posible para que no sienta que se han olvidado de él y para que sepa que aún lo quieren y lo aman. Durante varios capítulos todos los primos continúan pasando sus vacaciones en San Miguel, aunque en esta parte la narración se concentra en que conozcamos y nos familiaricemos mucho más con quienes se han convertido en los padres de nuestro protagonista: Chabela y Tacho.

Isabel es una mujer amorosa, con una afición por la escritura, y podemos notar el gran corazón que tiene no solo cuando cuida de sus sobrinos, sino también por sus dos grandes adoraciones: las plantas y el Rorro (su perico) quien permanece siempre a su lado por amor. Por otro lado, Anastasio es un hombre de apariencia severa que, siempre desde el cariño, hace uso de su picardía y sabiduría para enseñar más de una lección a su sobrino, y a nosotros como lectores. 

Me ha sido imposible no pensar, en más de un par de ocasiones, lo mucho que me hubiera gustado tener familiares como ellos. Creo que, principalmente a través de ambos, la maestra Celis nos quiere transmitir lo importante que es tener a una familia amorosa, o en su defecto, personas a quienes consideremos parte de, para hacer frente a situaciones adversas. La relación entre Panchito y sus tíos se transforma en una de padres e hijo no solo porque se traten como tal, sino también porque ambas partes son sinceras, confían y comparten momentos de vulnerabilidad.

—Algunos tíos no tienen hijos, pero tienen un sobrino que los quiere mucho, como si fuera su hijo.

“Mi vida”

La vida de Panchito continúa, crece, va a la secundaria, y pronto se topa con dos de las que pueden ser las situaciones más importantes antes de convertirse en adulto, como lo son enamorarse y decidir qué quiere para su vida. Ninguna suele ser tan fácil o placentera y eso la autora lo sabe. Además, aún tiene mucho que aprender de sus tíos, así como de las situaciones que viven algunos de sus primos, quienes vuelven a tomar relevancia.

Nuestro joven protagonista pasa por las mismas situaciones por las que seguramente muchos de nosotros pasamos o pasaremos, como lo son pensar qué la escuela no sirve para nada, decepciones amorosas, que su tío presuma que estudiará una profesión que no quiere estudiar, entre muchas otras cosas. Sin embargo, hay dos que en particular funcionan como punto de inflexión y que tienen que ver con cómo lidiar con la pérdida, una irrecuperable.

—Mire, Panchito: el vivir realmente la vida, el tomar en serio la responsabilidad de vivir, nos exige mucho más que respirar y comer.

No hablaré de ninguna de aquellas dos situaciones, pues considero que es mejor leerlas de primera mano, pero quienes ya han leído “Donde habitan los ángeles” sabrán perfectamente a cuáles me refiero, y debo decir que son las partes que más me han conmovido y llenado de sentimiento.

Los últimos capítulos de esta corta y conmovedora obra son una dura, pero inevitable lección que Panchito y muchos debemos asimilar. Tanto Tacho como Chabela prepararon e hicieron todo lo que estuvo a su alcance para que su sobrino se convirtiera en el buen hombre que nosotros sabemos que será.

En esta historia es muy fácil empatizar con Panchito, con lo que vive y sus sentimientos; podremos sentirnos, aunque sea una vez, sobrinos de Tacho y Chabela y por ende parte de su familia. Tiene algunos modismos mexicanos, pues es la nacionalidad de Claudia Celis, pero eso no será impedimento para que sus personajes e historia se queden en el corazón de más de un lector.


Gracias por visitar este pequeño rincón. Hasta volvernos a encontrar.

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